El entrenamiento funcional
actúa interactuando e integrando las estructuras corporales, mejorando la
activación de las unidades motoras de los músculos y posibilitando algunas
adaptaciones importantísimas para el aumento de fuerza.
La preparación neuromuscular
es un factor primordial para el incremento de fuerza que, como consecuencia,
facilita la hipertrofia.
En el entrenamiento de
musculación, lo esencial para conseguir una ganancia de masa muscular es la
correcta ejecución de los ejercicios que, con el correr del tiempo, conllevará
el aumento gradual de la carga; pero esto una vez que la persona sepa cuál es la
manera correcta de manejarla. Un error recurrente es excedernos con las cargas,
creyendo que ese es el camino correcto para “estar más grandotes”, lo cual
deriva en una mala ténica, pérdida de tiempo y, en el peor de los casos,
lesiones.
Lógicamente que la intensidad
es muy importante, pero esta sola podrá ser aprovechada satisfactoriamente
cuando la fuerza es distribuida correctamente por los músculos puestos en juego
en la actividad. Entonces:
Si el objetivo es la hipertrofia, se debe entrenar el músculo y no la fuerza.
Para entrenar el músculo es
necesaria la fuerza, la cual sola será bien aprovechada cuando exista calidad y
eficacia de movimiento.
El entrenamiento funcional
ayuda a que la musculatura involucrada en un ejercicio específico actúe de
manera más satisfactoria, en otras palabras “educa” al cuerpo para que gestione
los movimientos, reclutando sabiamente las unidades motoras necesarias para la
actividad muscular.
Asimismo, la ganancia que se
obtiene al lograr una mejor calidad en los movimientos es un ahorro energético,
consecuencia de la focalización correcta de la energía utilizada en la ejecución
de un ejercicio, para un grupo muscular determinado; además proporcionar
seguridad y economía en el rango de cada uno de estos movimientos. Por
ejemplo:
En el press de pecho, es común
encontrar personas (especialmente los principiantes, aunque hay casos de todo
tipo) que acostumbran a realizar series con cargas elevadísimas, ejecutando
movimientos innecesarios y peligrosos con el hombro y con la columna para
compensar la falta de fuerza en los músculos indicados. Esta es la manera en la
que el cuerpo responde para socorrer a los músculos que tienen la
responsabilidad de crear la fuerza en la ejecución del movimiento. No obstante,
de esta forma no se consigue hipertrofiar el pectoral de manera correcta y se
corren riesgos de asimetría en los brazos y lesiones.
Por otra parte, si la persona que cae en ese error recurrente fuese entrenado de manera funcional conseguiría que su sistema neuromuscular logre un correcto reclutamiento de las unidades motoras, a fin de accionar los músculos indicados y necesarios a la hora de vencer la resistencia de una carga determinada.
Que se entienda, no se está
yendo en contra de la actividad de los músculos sinergistas (auxiliares en la
ejecución), si no a favor de que el principal motor de la acción sea el o los
músculos agonistas (protragonistas).
En otras palabras, de nada sirve realizar el ejercicio press de pecho, concentrando el gasto energético en los tríceps o deltoides, olvidando que el principal objetivo de este ejercicio es el desarrollo de los pectorales.
En conclusión, la conciencia corporal que brinda el entrenamiento funcional es muy importante para los atletas de musculación, ya que ofrece al músculo un eficaz mecanismo de reclutamiento de las unidades motoras, mejorando el aprovechamiento de energía y la generación de fuerza, con el objetico de optimizar el ejercicio y, por consecuencia la hipertrofia muscular.